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Manuel Hernández Ruigómez


DIPLOMÁTICOS ESPAÑOLES EN DOMINICANA

Continuando con las principales autoridades diplomáticas de España en República Dominicana, hablaremos del Cónsul General, Don Manuel Hernández Ruigómez.
Sin duda, los soleados veranos de Villasana de Mena, en Burgos, acrecentaron en los corazones de esta familia, el acervo de cualidades especiales que les caracteriza.
A don Manuel, los dominicanos residentes en España, o los que piensen ir a cursar estudios o ejercer su carrera universitaria allí, deben agradecer que fue a petición suya que República Dominicana entró a formar parte del Convenio de la Haya, mediante el cual, se logra la Apostilla de la Haya.
Sin entrar en aclaraciones muy teóricas, explicaremos que la apostilla de La Haya es un método simplificado de legalización de documentos, mediante la cual, es reconocida su autenticidad en el ámbito internacional.
Físicamente consiste en una hoja que se agrega a los documentos que la autoridad competente estampa sobre una copia del documento público.
La Apostilla consiste en certificar que la firma y el sello de un documento público ha sido puesto por una autoridad competente. Este trámite, al igual que la autenticación (legalización), únicamente certifica que la firma o sello que muestra el documento fue emitido por un funcionario público en ejercicio de sus funciones, pero no certifica la validez del contenido del mismo.
Esto permite que un documento nacional sea reconocido en un país extranjero. En principio, se reconoce en aquellos países que hayan firmado un tratado internacional, conocido como la Convención de la Haya, para disminuir así los trámites necesarios para el reconocimiento de estos en países diferentes al que fue emitido.
Lo que significa que mediante este acuerdo, se evita pérdida de dinero y de tiempo.
Don Manuel Hernández Ruigómez, es un hombre que reúne facetas diversas, agrupadas dentro de unos parámetros normales que lo convierten en un diplomático a tiempo completo.
Fue Hernández Ruigómez además,quien creó el sistema de citas previas en el Consulado, para que de esa manera, los dominicanos se evitaran tener que llegar a la institución a altas horas de la noche y madrugada, para tomar un número entre los primeros a llamar.
Es además un esposo y padre ejemplar, un español con muy buen humor, exigente en su quehacer, de amable trato, historiador, al parecer tenemos con nosotros a un ibérico de condiciones excepcionales, cuya sonrisa afable, es una de sus virtudes mas celebradas.
Llegó al país en el 2006 y desde que pisó tierra dominicana, se hizo conquistador, pero no de tierras, sino de amigos, su compañía es deseada en todos los círculos.
Doña María José Urquijo Valdovinos, es la feliz consorte del diplomático y juntos han formado en 27 años de matrimonio, una familia con muchos principios.
Los hijos, Manuel, de 23 años, estudia en España, Nicolás, de 17 y Álvaro, de 13, aún les toca el peregrinar durante algunos años junto a sus padres, hoy en Santo Domingo, mañana sabe Dios cual destino tocarán.
A tantos años de casados, todavía puede leerse en los ojos de esta pareja, un gran amor, condición esta que habla de sus condiciones excepcionales.
Parecen haber nacido el uno para el otro y se advierte en ambos, un exquisito don de gente.
Don Manuel, desde joven sintió inclinaciones hacia la carrera diplomática, su padre, también historiador, (de casta le viene) fue contratado en la Escuela Diplomática de España, para dar un curso sobre América Latina y el joven que ya estaba picado por el gusanillo de la diplomacia, encontró el punto de apoyo para investigar sobre la Escuela Diplomática, afianzando los retazos de ideas que bullían en su adentro.
Se licenció en Filosofía y Letras y preparó Oposiciones para hacerse diplomático.
El resultado lo palpamos en Dominicana, con un Cónsul asequible y considerado, que dice haber tenido en tierra dominicana la mayor satisfacción de su carrera, convenciendo a las autoridades dominicanas, para que suscribieran el Convenio de La Haya sobre la Apostilla.
Don Manuel, Doña Marijé, me considero una mujer romántica y según lo que he leído, ustedes también me lo parecen, aquí entre nosotros, ¿No se dan una escapadita de vez en cuando a Villasana de Mena? Dicen que siempre se vuelve al lugar donde inicialmente fuimos felices y yo casi estoy segura de que si han vuelto y ¡Solos!
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