
Hay una voz en la tarde que grita,
un gemido en el viento que ruge,
una huella que va sin destino.
Hay un voz que susurra muy quedo,
unas notas de piano sin ritmo,
un poema que pierde su rima,
unas letras sin equilibrio que tiemblan.
Hay unas ganas de amar,
Una fiera que busca su guarida,
un vehemente deseo que se pierde en la nada,
caricias que se aprietan a mi cuerpo
enervan mi piel y me quedo atrapada
en la cuesta ardiente del deseo.