No, definitivamente, no; al menos yo no lo concibo así, y mi experiencia lo confirma. Por supuesto que me he equivocado en ocasiones; y, por supuesto, también he visto cómo otros lo hacen. Tal y como yo lo veo, nosotros somos tan sólo una parte de la creación, pero el Creador es mucho más que nosotros. Quienes pueden hacernos llegar mensajes, no nos dan toda la información, porque considero que, si así lo hicieran, nuestra vida carecería de sentido. Para mí la vida es una especie de película interactiva en la que son muchos los factores a tener en cuenta. No me parece que haya claramente un guión con todos y cada uno de los detalles, sin que se deje nada a la improvisación.
En mi opinión las cartas del Tarot, o bien otras cartas, son ayudas pero no vaticinios infalibles. Nuestra libertad, la libertad de los demás, la libertad del Creador no pueden dejarse de lado, ni mucho menos. No sirven para certezas absolutas, sino para enfoques que nos ayuden a valorar situaciones. De la misma manera que uno no acude al psicólogo para que le dé siempre la razón, o para que le diga lo que debe hacer punto por punto, sino como una ayuda de referencia; así las cartas se constituyen en unas amigas dignas de ser tenidas en cuenta.
Y aún diría más. A veces me parece que nos ayudan a superar pruebas. En ocasiones pudiera parecer que se nos demanda una determinada actuación, pero, después de valorarla, con el corazón en la mano decidimos obrar en contra. Y curiosamente obtenemos resultados grandiosos. Mi explicación para esto es clara. Para mí es una prueba sobre nuestra ética. Al fin y al cabo los cuentos están plagados de este tipo de situaciones. Se le pide a alguien que realice una acción y a cambio recibirá un tesoro; pero, una vez valorado, la persona decide que es preferible quedarse sin tesoro que arrebatárselo a otro. Y entonces, el cielo nos responde favorablemente porque parece que hemos conseguido superar la prueba.
No estoy hablando de trampas, si es ésa la idea que pudiera sugerir en un primer vistazo. No, hablo de pruebas; lo que es muy diferente.
Mi consejo, por tanto, es que no hay que cegarse, pero sí ayudarse.