La ciencia nos ayuda a comprender algo que me parece básico a la hora de valorar la posible existencia de vidas pasadas. Lo que nos dice el mundo científico es que la energía no se destruye sino que se transforma. Teniendo en cuenta este principio resulta fácil sacar la conclusión de que la existencia de vidas anteriores podría muy bien ajustarse a esta definición. Está claro que nuestra energía, la de cada uno, se transformaría y quién sabe si, con el paso del tiempo, llegaría a convertirse en un nuevo cuerpo.
El problema sería dilucidar si la consciencia permanece o desaparece. Que un cuerpo desaparezca como tal cuerpo, pero que sus componentes se reorganicen en otro cuerpo, no resulta una idea demasiada descabellada. Lo difícil es asegurar con total rotundidad la permanencia o desaparición de la consciencia.
Si esa consciencia permanece, ¿qué nos impide considerar la posibilidad de que, en algún momento determinado, se albergara una vez más en un nuevo cuerpo?
Jung nos habla del “inconsciente colectivo”; es decir una consciencia que permanece y que, de alguna manera, heredamos los seres humanos actuales de nuestros antepasados.
Si existe un inconsciente colectivo (y parece que existe), ¿no podría existir asimismo una conciencia individual imperecedera? Me inclino a pensar que también esta idea cabe en el reino de lo posible.
* La imagen corresponde a la carta “Vidas Pasadas” del Tarot Osho Zen, con texto de Osho e ilustraciones y comentarios de Deva Padma (Gaia Ediciones, Madrid).