La Carta número II de los Arcanos Mayores en el Tarot Rider Waite, se conoce como LA SUMA SACERDOTISA. Existe una muy buena colección de libros sobre el significado de esta carta con todos los dibujos alegóricos que la ornamentan. Pero yo aquí voy a dar apuntes para meditar sobre ella y sobre lo que podría estar diciendo a cada uno de nosotros si apareciera después de barajar todo el mazo.
La gran sacerdotisa está sentada. En sus manos parece tener la Torá (libro religioso). Sobre su pecho lleva una cruz. Y su cabeza luce una corona. Por lo pronto podemos ver con claridad que nos habla de un aspecto muy íntimo como es la religión; y una religión un tanto ecléptica pues muestra símbolos que pertenecen a diferentes confesiones. Pero ella lo esudia todo; lo asimila todo. A sus pies está la Luna, y es que todo lo que muestre la luna, la noche, nos habla del mundo interior; de ese mundo que hay que ir desentrañando poco a poco, y que, precisamente por no ser demasiado patente, puede producir una cierta confusión.
A los lados vemos dos columnas, sobre las que sólo voy a valorar su color: el blanco y el negro; dos opuestos, la luz y la oscuridad. Y es que el mundo interior está plagado de misterio, pero también de maravillosa claridad. Detrás vemos un campo de girasoles. Así que, de la noche (la luna) va a surgir vida (los girasoles).
Reconozco que lo que estoy diciendo es muy personal, pero, sigamos.
La Suma Sacerdotisa nos hace una llamada a la intuición, a la verdad interior, al sentimiento sagrado, espiritual y religioso de la vida. Pero ella no impone nada. Al contrario, si de algo puede pecar a veces es de un exceso de pasividad. Valora tanto, medita tanto que puede permanecer inactiva y no permitir que surgan esos maravillosos girasoles que están a su espalda.
La Sacerdotisa, además, nos puede hablar de dos aspectos contradictorios que cada uno debiera valorar. Puede hablar de sabiduría (suponiendo que la haya puesto en marcha y le haya dado el tiempo necesario para madurar), y de virginidad, inocencia, y, por tanto, un cierto desconocimiento pues aún le falta precisamente tiempo y práctica.
A la hora de meditar, podemos verla como una llamada al mundo interior, al mundo espiritual, a lo sagrado. Puede estar diciéndonos que consultemos con nuestro guía interior. Pero también puede indicar que no nos vendría mal un consejo de un guía exterior, si fuera necesario.
La gran sacerdotisa está sentada. En sus manos parece tener la Torá (libro religioso). Sobre su pecho lleva una cruz. Y su cabeza luce una corona. Por lo pronto podemos ver con claridad que nos habla de un aspecto muy íntimo como es la religión; y una religión un tanto ecléptica pues muestra símbolos que pertenecen a diferentes confesiones. Pero ella lo esudia todo; lo asimila todo. A sus pies está la Luna, y es que todo lo que muestre la luna, la noche, nos habla del mundo interior; de ese mundo que hay que ir desentrañando poco a poco, y que, precisamente por no ser demasiado patente, puede producir una cierta confusión.
A los lados vemos dos columnas, sobre las que sólo voy a valorar su color: el blanco y el negro; dos opuestos, la luz y la oscuridad. Y es que el mundo interior está plagado de misterio, pero también de maravillosa claridad. Detrás vemos un campo de girasoles. Así que, de la noche (la luna) va a surgir vida (los girasoles).
Reconozco que lo que estoy diciendo es muy personal, pero, sigamos.
La Suma Sacerdotisa nos hace una llamada a la intuición, a la verdad interior, al sentimiento sagrado, espiritual y religioso de la vida. Pero ella no impone nada. Al contrario, si de algo puede pecar a veces es de un exceso de pasividad. Valora tanto, medita tanto que puede permanecer inactiva y no permitir que surgan esos maravillosos girasoles que están a su espalda.
La Sacerdotisa, además, nos puede hablar de dos aspectos contradictorios que cada uno debiera valorar. Puede hablar de sabiduría (suponiendo que la haya puesto en marcha y le haya dado el tiempo necesario para madurar), y de virginidad, inocencia, y, por tanto, un cierto desconocimiento pues aún le falta precisamente tiempo y práctica.
A la hora de meditar, podemos verla como una llamada al mundo interior, al mundo espiritual, a lo sagrado. Puede estar diciéndonos que consultemos con nuestro guía interior. Pero también puede indicar que no nos vendría mal un consejo de un guía exterior, si fuera necesario.
En el Tarot Osho Zen se nos exhorta a encontrar nuestra verdad interior, nuestra propia voz; a replegarnos y, en absoluta calma y serenidad, bucear dentro de nosotros mismos para alcanzar la claridad. Las emociones se calman y, aunque nos pueda inundar un espíritu juguetón (representado por los delfines, a su vez sanadores), uno está conectado con su serena verdad interior.
La verdad no puede ir en contra de la vida, sino todo lo contrario. Esta carta nos pide que intentemos ver por nosotros mísmos la realidad.
La carta denominada PYTHIA en el Symbolón nos ofrece unos detalles, a mi juicio, muy reveladores. Se cuenta que la pitonisa del Oráculo de Delfos se sentaba sobre un taburete de tres patas y, tras unos rituales, entraba en trance y ofrecía las respuestas a las preguntas que se le habían hecho. En esta imagen vemos a la Pitonisa ensimismada en su propio trance y en su visión profética. Pythia, como la Voz Interior de Osho, busca su verdad dentro de su propio ser en conexión con ese algo superior que emerge en la meditación.
Sin embargo, si nos fijamos más detenidamente, al fondo un sacerdote espera que Pythia empiece a hablar. Y es que, según lo que se supone que sucedía en el Templo de Delfos, la pitonisa hablaba en trance, y aquello que decía era transcrito por el sacerdote. Muchos se cuestionan la posible manipulación que se hacía de los mensajes de la pitonisa. Y ahí es donde la carta nos podría estar pidiendo que pusiéramos atención: ¿escuchas tu propia voz o te dejas manipular por lo que los demás entienden? ¿Actúas por ti mismo y con tu verdad o permites que otros manejen tus hilos? ¿Has perdido tu intuición por falta de fe o por comodidad? Recupera tu verdad interior; la que ni siquiera se expresa en palabras: ¡La Verdad!
La verdad no puede ir en contra de la vida, sino todo lo contrario. Esta carta nos pide que intentemos ver por nosotros mísmos la realidad.
La carta denominada PYTHIA en el Symbolón nos ofrece unos detalles, a mi juicio, muy reveladores. Se cuenta que la pitonisa del Oráculo de Delfos se sentaba sobre un taburete de tres patas y, tras unos rituales, entraba en trance y ofrecía las respuestas a las preguntas que se le habían hecho. En esta imagen vemos a la Pitonisa ensimismada en su propio trance y en su visión profética. Pythia, como la Voz Interior de Osho, busca su verdad dentro de su propio ser en conexión con ese algo superior que emerge en la meditación.
Sin embargo, si nos fijamos más detenidamente, al fondo un sacerdote espera que Pythia empiece a hablar. Y es que, según lo que se supone que sucedía en el Templo de Delfos, la pitonisa hablaba en trance, y aquello que decía era transcrito por el sacerdote. Muchos se cuestionan la posible manipulación que se hacía de los mensajes de la pitonisa. Y ahí es donde la carta nos podría estar pidiendo que pusiéramos atención: ¿escuchas tu propia voz o te dejas manipular por lo que los demás entienden? ¿Actúas por ti mismo y con tu verdad o permites que otros manejen tus hilos? ¿Has perdido tu intuición por falta de fe o por comodidad? Recupera tu verdad interior; la que ni siquiera se expresa en palabras: ¡La Verdad!