Anoche estuviste en mis sueños,
hoy he pensado en ti,
hacía el café estremecida,
recordé que solías sorprenderme
y robarme un beso en la cocina.
Ya no pude olvidarte en todo el día,
trajinando en quehaceres cotidianos,
en cada cosa que hacía,
estabas tú,
te llevaba clavado en la conciencia,
del salón al balcón,
de la alcoba otra vez a la cocina,
en el plato, en la olla, en la cuchara,
te comía, mordía tu recuerdo
y lamía mis labios con los ojos cerrados,
para pensar que me besabas.
Fui a bañarme,
temía ese momento,
me desnudé en silencio
y dejé que con furia
se clavara en mi piel el surtidor de agua,
enjaboné mi cuerpo
y otra vez cerré los ojos,
para no ver mis manos
e imaginar que eras tú como otras veces,
que subías y bajabas la esponja enjabonada,
pero no,
era diferente a cuando lo haces tú,
me sentí rebelde, me envolví en la toalla,
y así desnuda,
con la toalla empapada de coraje,
me quedé dormida
y volví a soñar contigo.
