
Crepúsculos aletargados,
sombras movedizas refugiadas
en los vericuetos del camino,
apostando por la marcha del sol.
Pero el astro se resiste,
brilla con furia
y arrasa con el anochecer,
lo avasalla, lo anula,
las sombras titilan entre nubes
que en blanco y negro,
van dejando en el espacio,
desolados sollozos.
Gritos que hablan de soledades,
parece que llueve,
son lágrimas que brotan
de la batalla entre el ocaso
y el crepúsculo,
gotas de rocío
que al llegar a la tierra,
navegan en la corriente del mar
y se rompen en diminutos cristales de sal
golpeadas por las olas.